Muchas veces se ha señalado, que el 25 de mayo de 1810 fue el nacimiento de la Argentina como nación o por lo menos el puntapié inicial para despojarse de las ataduras de la Corona española. El próximo jueves se cumplirá un aniversario más de aquel día en el cual vio luz la Primera Junta de Gobierno, y el debate interno entre quienes han soñado entre la concreción de un país soberano frente al mundo y quienes solo conciben al mismo como un satélite de países centrales.
[dropcap style=’box’]L[/dropcap]a que conocemos hoy como la “Revolución de Mayo” surgió por diversos factores, pero cuando hablamos de esta se trata de los acontecimientos ocurridos en la semana de mayo entre los días 18 y 25 de 1810 en la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, dependiente del rey de España. Los sucesos que se dieron en la metrópolis europea tuvo como consecuencia la renuncia (forzada) del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y su reemplazo por la Primera Junta de Gobierno que, aunque gobernaba nominalmente en nombre del rey de España -Fernando VII-, no reconocía la autoridad del Consejo de Regencia de España que se encontraba a cargo del gobierno central por la captura del monarca a manos de Napoleón Bonaparte.
Ese día, el 25 de mayo de 1810, una gran multitud comenzó a reunirse en la Plaza Mayor, para reclamar la renuncia definitiva del virrey y la formación de una junta de gobierno. Acto seguido, la gente comenzó a agitarse, reclamando con entusiasmo, y la multitud parecía aumentar y enfurecerse. Ante esto, los miembros del Cabildo se reunieron y reclamaron algunos de ellos que la agitación popular fuese reprimida por la fuerza, pero no tuvieron éxito. Pronto llegó a la sala capitular la renuncia de Cisneros, y tras ello, la composición de la Primera Junta.
La Primera Junta, oficialmente la Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre de Fernando VII, estaba encabezada por el Coronel Cornelio Saavedra y la integraban además Manuel Belgrano, Rodríguez Peña, Juan José Paso, Manuel Alberti, entre otros, quienes realizaban reuniones a escondidas en diferentes lugares, gestando ideas revolucionarias, que salieron a la luz ese 25 de mayo.
De esta manera, la Revolución de Mayo inició el proceso de surgimiento de lo que luego conoceremos como Estado Argentino. A partir de ella comenzaran a surgir ejes que aun hoy atraviesan la historia argentina. Podríamos enumerar algunos de ellos, entre las más significativos se encuentran las posturas de: ¿si el pueblo está en condiciones de auto gobernarse a sí mismo o deberá hacerlo una elite ilustrada que decida sin consultar al mismo? O por otro lado ¿qué rol debería de jugar el interior del país frente a la organización de la nueva nación? Pero sin duda el que con más peso se ha sostenido hasta nuestros días, es ¿qué papel jugaría en el concierto de naciones del mundo la nueva y actual nación Argentina?
Dicho esto podríamos decir con claridad que todo aquello que limite a futuro nuestra capacidad de decisión nacional, son construcciones políticas alentadas por los enemigos de la idea de soberanía nacional.
Este debate hoy nos convoca nuevamente frente a la actual administración del Estado nacional, y la puesta en marcha de un sin número de políticas de gobierno que responden contrariamente al criterio de soberanía tal como lo tratamos de entender aquí. A menos que alguien piense que un nuevo y salvaje endeudamiento externo como nunca hemos vivido en nuestra historia, con el agravante de colocar las riquezas de nuestro suelo como garantía ante los acreedores, sea solo sea un punto de vista opinable como algo superfluo o sin sentido.
El condicionamiento a generaciones de argentinos, no es un hecho menor. Ya hemos vivido sus consecuencias con largos brazos asfixiantes hasta nuestros días y que están siendo reconstruidos, por un gobierno nacional que se comporta como un títere de esos intereses internacionales. Intereses que en otros tiempos, con la complicidad de otros gobiernos semejantes al actual, que nada han tenido que ver con el concepto de soberanía e independencia de nuestro pueblo, y que han colocado a la Argentina en camino del subdesarrollo, el endeudamiento, la desindustrialización, el atraso y la pobreza extrema.