Los tiempos que vivimos no son para nacer, eso sí lo miramos desde el ojo pesimista de este sistema, pero si miramos desde la lucha de nuestra clase, cualquier tiempo es bueno para nacer.
Nací en 1972, exactamente el 8 de Mayo, y en ese mes por ejemplo, en el mundo pasaba, por decirlo de alguna manera, que: un 15 de mayo EEUU devolvía la isla de Okinawa a Japón después de 27 años de ocupación militar. El 19 acá en argentina, en buenos aires, moría José Alberto Iglesias conocido como “Tanguito”, por otro lado en Alemania, el edificio “Axel Springer AG”, en Hamburgo, se instalaban 6 bombas de esas 6 estallan 3, produciendo 17 personas heridas. Una facción del ejército rojo se adjudica el atentado. Y para remate; el 21 de mayo en Roma: un tal Laszlo Toth ataca “La Pietà” de Miguel Ángel con un martillo, gritando que él es Jesucristo. Yo apenas tenía 13 días y en el mundo sucedían cuando menos estas cosas, obvio que la lista es más amplia, obvio que sucedían cosas tremendas. Vivíamos en medio de la guerra fría, en un mundo en donde también la utopía estaba a la vuelta de la esquina. Las dictaduras más feroces vendrían como consecuencias de esta coyuntura mundial, crecí en ese mundo, en esos tiempos, tiempos en donde mi familia “opto” por el silencio, en un hogar pobre, donde mi vieja veía a la política como algo malo, dañino y pecaminoso.
Traigo todo esto porque recuerdo una pregunta que me hizo una profesora de matemáticas en Pontevedra (Partido de Merlo), por el lejano 1995, “¿traería usted un hijo a este mundo?” mi respuesta fue un “si” envalentonado, dos años después nacía mi primer hijo, en 1997, el año de la crisis asiática. Ella respondió a la pregunta que me había formulado, de manera negativa, “no traería un niño a este mundo loco” me dijo.
La misma pregunta podríamos formular hoy a los y las jóvenes, pero no sería tan productiva, no nos llevaría a ningún puerto interesante. Ahora si preguntaríamos ¿Por qué? Por qué traeríamos un hijo o una hija al mundo, seguro que habría un abanico de respuestas muy interesantes.
El fundamento por el cual las personas traen hijos o hijas al mundo depende del “deseo” el deseo en termino psicoanalítico, o sea eso que nos motoriza a actuar. Ese deseo, que es de otros, nos determina a cada una de las personas como tal, hay una familia que nos espera y nos da hasta un nombre aun antes quizá de ser gestado. Siguiendo esta línea, si pensamos al deseo en relación al aborto, podemos rescatar lo que Elsa Schvartzman (socióloga) dice: «Cuando una mujer no construye su embarazo como un hijo en su subjetividad, es una maternidad forzada y es una obligación legal. A la única a quien se le exige un sacrificio de su vida es a la mujer; no hay ningún otro caso en donde por ley se obligue a una persona a sacrificarse por otra. Todos los actos heroicos son voluntarios; serán aplaudidos o no, pero son voluntarios. Una maternidad forzada es una maternidad que obliga a una mujer a tener una actitud heroica, más allá de sus voluntades y decisiones»
Estas cuestiones volvieron a reeditarse en estas semanas en mí, pero esta vez desde otro lugar, desde el lugar de futuro abuelo. Una ecografía le ponía tiempo a lo que ya sabíamos, mi hija embarazada de 3 meses, estaría dentro de las 12 semanas más o menos, el embrión cabe en la palma de la mano de la futura mamá.
Este romántico escenario; el de mi hija y su embarazo, el de su pareja, preocupada por la atención y el seguimiento del proceso de gestación, la alegría compartida en la familia, me lleva a una pregunta, que si lo vemos desde este acontecer, feliz por su puesto, es desgarradora, ¿Qué pasaría si tu hija hubiese decidido abortar? fuerte ¿no? pero más fuerte es tener que decir que la interrupción voluntaria del embarazo no es ley, que siguen muriendo mujeres por el hecho de ser pobres, si mi hija hubiese decidido interrumpir el embarazo estaría triste por esto, porque no es ley.
En fin, para concluir, si nos comemos el señuelo pesimista que este sistema inculca, ningún tiempo es tiempo de nacer, pero si llevamos la lucha contra hegemónica con la alegría de estar vivo, si la llevamos convencido de que este sistema, el sistema capitalista no va a durar por siempre, cualquier momento es tiempo de nacer, por ello en medio de las derrotas, de las tristezas debemos transmitir alegrías a los que van a nacer. A ellos que serán el futuro, debemos transmitir esta lucha que no empezó con nosotros/as, y no terminara con nosotros/as, porque nuestras consignas son consignas de clase. El Che decía: “si el presente es lucha el futuro es nuestro” espero que mi nieto/a, y ahí radica mi enfoque militante hoy, lleve también estas consignas, para, como por ejemplo, sea ley la interrupción voluntaria del embarazo y así ninguna mujer muera por ser pobre.