[dropcap style=’box’]P[/dropcap]or las afueras de Gral. Rodríguez, por la ruta 24 y a pocas cuadras de cruzar el arroyo, se comienza a divisar los comederos de pollos. Estos pobres bichos, comen y comen todo el santo día, y para ello deben soportar luces encendidas durante las noches, hacinados en enormes galpones tan irrespirables como ensordecedores.
Estos enormes criaderos de pollos, cada vez son más redituables dada la reducción de días para su engorde, la aparición de nuevas drogas y técnicas sustitutivas a las formas convencionales de crianza así lo permiten, mientras que los consumidores, cada vez nos vemos más obligados a utilizar mayor cantidad de condimentos para lograr cubrir la “gomosidad” de su sabor de pollo aceleradamente producido.
Las ganancias para estos productores avícolas, hoy se han multiplicado considerablemente, los que ayer se desplazaban en perezosos rastrojeros, hoy lo hacen a través de sedosas 4 x 4. Duele trazar un paralelo con los comedores barriales o los que funcionan en las escuelas, una sola letra suena poderosísima esmerándose en separar una cosa de la otra, pero en muchos casos es inútil, pareciera ser lo mismo, en los comederos se acumulan suculentas ganancias a través de la comercialización del pollo, en el otro, hombres y mujeres, niños y niñas, viejos y viejas, muchas veces hacinados, como humillados, equivaldría ser lo mismo, por lo que posibilitan a través de ellos; Poder, ergo, dinero.
Ya dijimos alguna vez en este mismo semanario “que con el hambre no se jode”, tampoco será necesario explicar el significado de la caridad, al de la asistencia social en caso de que la población así lo requiera. Es doloroso observar, por estos días previos a una elección legislativa, políticos que continúan cacareando con aquello de la “pobreza cero”, y que recurran entonces a la creación de comedores barriales, en vez de posibilitarle a estos comensales lo hagan en sus respectivas casas, juntos en familia. Ahora cortan cintas de inauguración de comedores comunitarios, donde la estructura del hambre pareciera consolidarse para siempre. (¿Será esto un paliativo al combate de la pobreza, o será definitivamente “La pobreza cero”?) Allí están sonrientes cortando la cintita que no pueden cortar en la inauguración de una fábrica, porque al trabajo genuino, el que se produce acá, el de todos los argentinos, el que les permitiría comer dignamente junto a sus seres queridos, la libre exportación, más el fuerte saqueo a los bolsillos de los trabajadores por los altísimos costos de servicios energéticos y el recorte de salarios, inauguran sí, una cadena interminable de despidos.
La extrema pobreza, se resuelve entonces inaugurando comedores, ¿tendrán en su cabeza otro modo de interpretar la dignidad humana? ¿Les cabrá en sus espíritus, escasos de puertas para ver al otro, esto que en apariencia, se debiera ver como un acto altruista, cuando en verdad es la señal más acabada de sus fracasos? ¿Hasta dónde puede sostenerse una mentira, que en el transcurrir del tiempo, la pregunta y la repregunta de lo que sucede a la luz de la realidad, pone en evidencia que esto que hoy ocurre ya es insostenible? La mentira de continuar insistiendo que lo que sucede, es culpa exclusivamente del anterior gobierno que se robó todo, es ya la expresión más contundente, podríamos afirmar, de un perverso o estúpido cinismo.
Los mismos sectores que votaron a estos engendros hace ya más de año y medio, comienzan a interpelarse ¿Cómo es esto, que los que se chorearon todo durante el gobierno de Cristina, nos permitieron vivir bien, y hoy, con estos que dicen ser decentes y honestos nos cagamos de hambre? Sin ningún tipo de eufemismos, ni de protector del buen lenguaje, y ni con ganas de quedar bien con nadie, me pregunto ¿¡Pueden ser tan cínicos!? ¿¡Tan hijos de puta!? Los comederos de pollos, guardan un claro objetivo de producción alimentaria, están para alimentar al hombre, que adquirirá lo que desee comer gracias al esfuerzo de su trabajo. En cambio, los comedores barriales, esconden oscuras intenciones, que no son otra cosa que la miserable especulación de algunos hombres, aprovechándose de la fragilidad de pobres con hambre, que ellos mismos generan en busca de poder. Parafraseando a León Gieco “No tiren boletas, que aquí sólo hay pibes comiendo…” Esta vez, dejo librado al lector, escoja un título acorde con lo que he opinado, yo podría ir preso.
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