El 26 de julio de 1952 a las 20.23, fallecía María Eva duarte de Perón, luego de una larga agonía, a causa de la enfermedad que tiempo antes le fuera diagnosticada. Tenía nada más que 33 años, pero en tan solo seis años de su vida supo ganarse el amor y el respeto de su pueblo como nadie jamás lo había logrado.
[dropcap style=’box’]T[/dropcap]enía apenas treinta y tres años y desde hacía por lo menos dos años padecía un cáncer que se había iniciado en la matriz para luego ramificarse por todo el cuerpo. Cuando murió pesaba menos de 38 kilos. La hora de su muerte fue las 8.23, pero se la ubicó a las 8.25, para que quedara fijada en la memoria de todos. Las 8.25, “hora en la que Evita pasó a la inmortalidad”, rezaría luego la consigna que se propagaría por todas las radios del país y que transformaría al luto más popular de la Argentina que las multitudes la llevaran bajo la lluvia durante días para poder pasar frente a su féretro.
Mucho podríamos decir y sabiendo que seriamos reiterativos sobre la vida de esta mujer que dejó su huella indeleble en la memoria popular. Memoria que jamás abandona a aquellos que supieron, no con palabras sino con hechos, ganarse el corazón y el amor de un pueblo sufriente.
Su obra podría definirse como el abierto corazón de la solidaridad para con los niños, los ancianos, las mujeres, los obreros, los enfermos de la carne y el alma, los rebeldes, los sin paz interior, los escépticos, los desesperanzados, los señalados por los aciagos signos del infortunio, reciben el amor de “Evita”, la Eva del pueblo.
La singularísima captación de las necesidades del pueblo, las permanentes y las circunstanciales, sumado a su magnético dinamismo, a su fortaleza realizadora, y a su vida misma, hizo del suyo un tiempo donde no había espacio para la burocracia que todo lo lentifica.
La fundación que llevo su nombre supo hacer surgir de la nada, esas realidades que se conocieron como: Ciudades Infantiles, Hogares-Escuelas, Ciudades Estudiantiles, Hogares de Tránsito, Hogares de Ancianos, Policlínicos, Escuela de Enfermeras y también la ayuda oportuna al sumergido para dignificarlo; la participación femenina en la vida política, social y gremial de la Nación incluso económica con su plan agrario todo en fin, lo que recibe hoy en beneficio el pueblo de la patria; este pueblo que antes jamás, entregó a nadie su corazón como con esta increíble mujer.
Sus enemigos, que no son otros que los enemigos del pueblo, intentaron descalificarla. Pero todo lo que se diga de ella para descalificarla pierde eficacia ante la consistencia irrefutable de los hechos.
Evita no es todo el peronismo, pero el peronismo no sería pensable sin su presencia, no sería imaginable hoy en el universo del mito, pero tampoco es posible imaginar históricamente al peronismo. Ella le dio forma al proceso iniciado en 1945, le dio la identidad de justicia social que el peronismo ha enarbolado desde siempre.
El velatorio se realizó en el Ministerio de Trabajo y Previsión y luego se trasladó al Congreso de la Nación. El amor de su pueblo solo pudo ser igualado por el temor y el odio a su figura; manifiesto con el ultraje que se dio a sus restos, que fueron secuestrados por la “revolución fusiladora” del 55, superando todos los limites posbles de crueldad y falta de humanismo.
Evita es hoy, para grande sectores del pueblo, un recuerdo entrañable, pero también un testimonio, que no es otra cosa que su vida misma. Mensaje que guarda el mismo espíritu de aquel discurso donde ella nos dijo:
Yo no quise ni quiero nada para mí. Mi gloria es y será siempre el escudo de perón y la bandera de mi pueblo. Y aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria.
La lucha no ha terminado, la injusticia contra la que Eva peleó hasta lo último de su vida no ha desaparecido del territorio nacional. Quedará en nosotros tomar su nombre como bandera y llevarlo a la victoria. Victoria contra la pobreza, contra la injusticia, contra todo aquello por lo cual Eva entregó su vida y que, a diario, siguen padeciendo los humildes de la Argentina.
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