Las cosas que aprendí trabajando no entrarían en la biblioteca de Babel.
Aprendí que el tiempo es relativo, como decía Einstein. Que en verano el laburo se pasa en un parpadeo, pero que en invierno cada día es una doble jornada. Y que esta premisa es relativa al observador.
Aprendí qué quería decir mi viejo cuando me decía que volvió muerto del trabajo y no tenía ganas ni de hablar.
Aprendí que nadie sabe lo que es la esclavitud antes de trabajar su primer domingo. Y que el mejor momento para hablarle a alguien de Lenin o la doctrina peronista es cuando se va caliente del trabajo porque es más propenso a la revolución.
Aprendí que el día más lindo del mes es cuando te depositan el sueldo, y el más bello sonido de la creación es el ruido que haces cuando te la das en la pera y de repente te queda el 20% de tu sueldo y un 80% del mes.
Aprendí que un solo boludo estratégicamente ubicado en el espacio de la jornada puede arruinarte el día, y con igual sencillez un solo gesto de redención puede restaurar el equilibrio.
Aprendí que se engañan los que se creen dueños del éxito y que todo trabajo es colectivo, en una red que todo el tiempo cambia y nos une a todos: a los trabajadores de todos los oficios, en una línea que empieza junto con la humanidad.
Aprendí que hay gente a la que aprendes a querer lenta y progresivamente, con el movimiento de la rutina hasta que un día descubres un cariño hecho de sedimentos que tiene el tamaño de un estuario. No es posible replicar ese amor en otra parte y hará falta un proceso igual de lento para borrarlo.
Aprendí que los que hacen paros ¨no quieren laburar¨, hasta que aprendí por qué hacían los paros y entonces me sentí un boludo. Ahí aprendí también sobre la cantidad de cosas que me quedan por aprender.
Aprendí que un trabajador debe ir con cuidado por la vida y sin prejuicios y estar atento porque el patrón puede ser también un laburante, pero el mundo está poblado de garcas. Que la única camiseta que hay que ponerse es la de las personas que trabajan a la par tuyo. Y que hay plantarse con esos que te ven como una pila o un animal de carga, porque como le decía Rocky a Tommy Gunn, “los chupan, y los secan y los dejan cuando ya no valen nada, los dejan en la quiebra Tommy, así se manejan los negocios.”
Aprendí que conseguir laburo puede ser una de las cosas más difíciles que te toque vivir, y que fue cosa de años para mí, pero otras personas lo tienen diez veces más difícil, mil veces, un millón. Y que hay que tener cuidado y suerte para no ser un esclavo. Y que todos los que dicen que estos vagos no quieren laburar no saben lo que dicen ni comprenden el daño que hacen.
Aprendí que el bondi tarda una eternidad en llegar al laburo y otra para volver al hogar.
Aprendí que todos somos laburantes, hasta que no está en blanco o directamente no tiene trabajo. Y que todos vivimos unidos a los otros por un vínculo de solidaridad, o por un enemigo en común, o por una necesidad en común, pero que sea como sea ningún es esta solo ni va solo hacia ninguna parte.
Aprendí que cuando laburas para darte los gustos sos como el Spiderman emo que baila después de comprarse pilchas. Pero que, si encima laburas por una razón más grande que vos sos incansable, y de tu mirada brotan rayos.
Laburando aprendí la trama secreta que ordena nuestras vidas y que a los sociólogos les cuesta tanto explicar. También aprendí de historia, de las vacaciones pagas, de Marx, de los anarquistas, de Perón, del estatuto del peón.
Aprendí que el aguinaldo es el mayor invento de la humanidad.
Que se labura para vivir y no se puede vivir para laburar.
Aprendí a organizar el día y a cuidar la mente y el cuerpo.
Aprendí que lo más importante del mundo son los compañeros.
Aprendí que por estadística siempre tiene que haber un carnero.
Aprendí historias de laburantes colgados en una plaza por protestar contra patrones con poca vergüenza. Aprendí sobre la Patagonia Rebelde, la semana Trágica, los piqueteros, las huelgas de mineros, las fábricas recuperadas, las cooperativas.
Aprendí que el trabajo dignifica si y solo sí, el trabajo es digno.
Que todos tenemos derecho a él, y que todo derecho es una herencia de luchas de trabajadores pasados.
Así que, si te ganas la vida laburando feliz día, y si no tenés laburo ojalá que lo encuentres y te engrandezca. Que el día del trabajador es para dar y recordar peleas, tanto como para disfrutarlo. Que el primero de mayo nos encuentre celebrando la lucha. A cada trabajador que lea esto, feliz día.