[dropcap style=’box’]S[/dropcap]e podría comenzar diciendo: “LA SEÑORA IDEA, ACABA DE SER ASESINADA, COMO TANTAS OTRAS VECES, POR LA LANZA DE UN FABER DE FILOSA PUNTA…”. Pero no. Resulta estúpidamente reiterativo para la casta política en general, ensayar un debate en donde las ideas, modelen un programa a seguir, y aparezcan los candidatos más aptos a llevar a buen puerto dicho programa. Hoy se entrecruzan otras urgencias, otras necesidades, la coyuntura o “el escenario” como se acostumbra decir por estos días, no ofrecen el tiempo que demanda la puja de una idea sobre otra, con la finalidad de encontrar otra opción, un acercamiento a buscar modos más democráticos para tales circunstancias. Alguna vez será.
Después del sábado pasado, el teatro de operaciones, comienza a mostrarnos otra escenografía, con actores diferentes, buenos, muy buenos y de los otros, los de siempre, los que entran por una claraboya, no se sabe cómo, o ¿sí se sabe? unos más maquillados que otros, con distintos ropajes, algunos inimaginables, con textos no muy legibles para el común denominador de la calle, e inclusive para algunos actores dentro de la misma política. De pronto, ser peronista se convierte en un mote que le cabe a cualquiera. No ocurre lo mismo con ser kirchnerista, que para muchos otros peronistas, somos una manada de traidores (¿traidores a qué?). Hoy todo es admisible, bienvenido mientras nos posibilite estar más próximos a acceder al poder, a defender una idea. Es así y no lo es, al menos para los que deseamos recuperar el sentido de Patria.
Es de esperar que el libreto que comenzó a diseñar Juan Domingo Perón en 1943, retomado y ampliado por Néstor y Cristina Kirchner, 60 años después; comience a poner de pié nuevamente a todo un pueblo que estos dos líderes políticos en sus respectivos gobiernos, acostumbró a vivir con dignidad, sin el fantasma criminal de la desocupación de fines de los 90, que hoy vuelve a merodear por cada trabajador, ya sea en una fábrica, en una oficina, en la soledad de los negocios casi vacíos, de los remises cada vez más quietos, de los comedores en las escuelas públicas que comienzan a ser más importantes que una clase de lengua. Todo eso no lo soporta más el pueblo, ya lo vivió, no quiere desaparecer y ver como poco a poco lo van despellejando y es entonces que recuerda a Cristina, ella lo supo desde siempre, lo decía antes de dejar su mandato: “…vienen por todos ustedes…!”, muchos no le creyeron, al contrario, gritaban “¿¡Cuándo se va esta chorra?”, chorra que les permitía cenar afuera varias veces al mes, cambiar el auto, viajar al exterior, y hoy ya no lo pueden repetir más… y algunos pocos todavía insisten que hoy estamos así porque “la chorra de Cristina”, se llevó todo y empobreció el país… y aquí es donde amerita aparezca con toda su simpleza y profundidad , la tan remanida y si se quiere, obvia frase de Juan Domingo Perón proferida toda la vez que comulgaba con su pueblo desde el balcón; “¡La única verdad es la realidad!”. Realidad que minuto a minuto se esfuerzan en tapar o tergiversar los medios hegemónicos, una oposición envenenada de gorilismo y un Poder Judicial fusionado a los intereses que le demande el actual Poder Ejecutivo. Esto ya lo hemos dicho más de una vez, pero será necesario volver a repetirlo todas las veces que haga falta, aunque aburra, y nos parezca obvio y reiterativo; Macri aplasta todo los días a su pueblo como con una prensa que gira y gira hasta dejarnos chatitos como una milanesa. Parece una metáfora, pero no lo es.
Cristina, atenta a esto, el martes 20 de junio, amplió su discurso a esos sectores de la sociedad, que aún padeciendo el flagelo del macrismo, les cuesta aún reconocer su error de elección en 2015. Ella no montó en su discurso la cuestión partidaria, ni rozó “el peronismo”, como tampoco el “kirchnerismo”, no los confrontó, ni los diferenció, le habló al hombre común, ese de “carne y hueso”, como resaltó en su oratoria, al ciudadano en general, a TODOS, no habló de obreros ni de oligarcas, fue lo más llana posible. Casi una ama de casa que se queja en un supermercado despotricando por los altos precios. Su línea discursiva esta vez fue confrontativa sólo al real sufrimiento del pueblo, ese fue su foco, “de todos los ciudadanos, corrigió también, su discurso, aunque no lo parezca, fue de profundo contenido político orientado esencialmente a lo humanístico, sobrepasó toda barrera ideológica y se ubicó muy por arriba de la escena política que desgasta y divide a diferentes sectores sociales, en la obvia confrontación que profundiza la grieta.
Finalmente, Cristina decidió como otras veces acompañar la demanda de un pueblo que no resigna su dignidad al antojo neoliberal de Macri. Hoy, gracias al fuerte liderazgo que representa la ex presidenta, el auténtico peronismo dinamizado a estos nuevos tiempos, comienza a crecer y ampliar su proyecto de vida, desde el más vulnerable y hasta el más confundido de los argentinos, para alcanzar una Patria de igualdad de oportunidades para todos, sin distingos, sin odios, ni revanchas. Cristina, bienvenida, aunque nunca te fuiste.