Por Milagros García
Aunque es una exposición académica, y remite a muchos conceptos y pensadores especializados, las clases son muy accesibles y didácticas. La desgrabación incluye gran parte de las intervenciones de los alumnos, que presentan los textos y ayudan a profundizar y entender las decisiones discursivas de Fisher.
En el eje del programa se descarta como vía de salida del capitalismo la nostalgia de la izquierda que busca restablecer un momento anterior a la hegemonía de este modelo, pero también busca sacudirse de encima la premisa de que es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo. Por eso se pregunta qué tipo de deseo nos serviría como motor para alcanzar un nuevo estadío como sociedad, sin dejar atrás los desarrollos que permitió el capital, pero sin seguir bajo el impulso deshumanizado y deshumanizante de su inercia: “las atracciones libidinales del capitalismo de consumo deben ser enfrentadas por una especie de contralíbido y no simplemente por una deslibidinización depresiva”.
Las crisis ya no producen cambios, la negatividad destruye lo viejo, pero sin producir nada nuevo, el descontento es mitigado o canalizado por vías sin impacto en la realidad, como las redes sociales.
Frente a esto, y atajando la desesperanza, propone la búsqueda de un deseo que no esté en las antípodas sino en la sucesión temporal que le corresponde. Con ese fin hace un recorrido muy heterogéneo por textos de diversas fuentes y tradiciones de pensamiento.
En la clase 1, comparte algunas propuestas de modelos postcapitalistas: una diversificación económica y producción de nuevos tipos de subjetividad, afectos y por lo tanto prácticas en “Afecto y emociones para una política poscapitalista” de Gibson y Graham; la demanda (esta consideración es clave, porque más adelante aparece la idea de que es la oposición de la clase trabajadora la que obliga al capitalismo a innovar) de un ingreso básico universal, el camino de la automatización, la reducción de la semana laboral y el objetivo de alcanzar un postrabajo; y finalmente la apertura de la información capitalizada en el modelo de info-bienes de Paul Mason.
En la clase 2, de la mano de Eros y civilización de Marcuse y el análisis que realiza Ellen Willis de los movimientos musicales contraculturales de los 70, piensa la relación (finalmente, improductiva) entre contracultura e izquierda. Para eso hace un recorrido muy interesante por el constructo teórico que hace Freud sobre escasez, trabajo y represión para explicar la insistencia del malestar en la sociedad.
En la clase 3, trabaja con Historia y conciencia de clase de Lukacs: el crítico propone, principalmente, superar la inmediatez hacia la totalidad, porque son esos ejercicios previos de conciencia de la necesidad histórica de los objetos (y todo lo que ellos implican y forman) lo que eventualmente nos permitirá alcanzar una consciencia de clase. Luego incorpora el aporte feminista de Nancy Harstock, y con su toma activa de conciencia (la conciencia nunca está dada, siempre se trata de una construcción) abre el juego para otros tipos de conciencias de grupo, como las de género y la racial. El imperativo contemporáneo es que estas conciencias se vuelvan interseccionales, y dejen de percibirse de manera excluyente como frentes distintos de batalla.
En la clase 4 aborda un texto histórico de Cowie sobre el movimiento obrero estadounidense en los 70 para revisar cómo funcionó el potencial interseccional que pudo haber tenido éxito en lograr una conciencia de clase. Fisher incluso considera que fue lo más cerca que se estuvo del postcapitalismo, y aunque no lo logró y cedió a un incipiente neoliberalismo, es un modelo precedente que tener en cuenta.
En la última clase antes del receso, se acerca a un texto polémico de Lyotard “El deseo llamado Marx” en el que el autor analiza el sufrimiento y la opresión capitalista como fuente de goce. Lo que interesa a Fisher, específicamente, es que el filósofo renuncia a un afuera del capital y ese cambio de trayectoria permite ensayar formas probablemente más productivas de encauzar la oferta libidinal del mercado en términos poscapitalistas.
La edición tiene un prólogo muy completo que ordena el recorrido crítico y teórico de Fisher, un apéndice con el programa del curso (incluidas las clases pendientes) y un apartado llamado “No más mañanas de lunes deprimentes” en el que aparecen las canciones que Fisher había publicado en su blog K punk y que los alumnos escucharon en el aula a partir de esa mañana de lunes en la que yo no recibieron las clases de este pensador tan lúcido que, pese a los temas de su trabajo y el desenlace de su propia historia, sigue siendo capaz de transmitir optimismo permitiéndonos entender mejor nuestra propia piel y el tejido social, con la esperanza de poder desbloquear por fin nuestro potencial transformador.
Ficha Técnica:
- Idioma: español
- Editorial: Caja negra
- Autor: Mark Fisher
- Año: 2024
- Páginas: 272